La infección causada por hongos en el canal auditivo externo se conoce como otomicosis y es reconocida con otros nombres como otitis micótica externa, infección fúngica del oído o incluso oído de nadador.
La mayoría de los hongos causantes de otomicosis son ambientales siendo Aspergillus el género que con mayor frecuencia se reporta a nivel mundial.
Afecta en igual proporción a ambos sexos y se distribuye en todos los rangos de edad, sin embargo, factores de riesgo como el practicar deportes acuáticos, permiten el aumento de la humedad y propician el desarrollo de hongos en el oído.
Otros factores de riesgo incluyen aumento del pH (disminución de la acidez), disminución de los ácidos grasos en la superficie del conducto auditivo externo, uso de antibióticos y corticosteroides tópicos, el retiro excesivo de cerumen y los traumatismos pequeños ocasionados por el uso de hisopos u otros instrumentos. El uso de audífonos dentro del oído a los cuales no se les realiza limpieza con frecuencia, puede introducir polvo y esporas de hongos aumentando la probabilidad de colonización y crecimiento de estos agentes.
El síntoma que con mayor frecuencia refieren los pacientes es comezón intensa, en algunas ocasiones dolor o disminución de la audición en casos crónicos.
Es importante realizar el cultivo de las secreciones provenientes del oído externo, para realizar la identificación del microorganismo causante de la infección, ya que también hay bacterias que pueden generar este tipo de alteración y el tratamiento es muy diferente.
El tratamiento oportuno de los síntomas mejora la incomodidad de la persona y en general se basa en la limpieza mecánica de los restos de cerumen y restos celulares que se acumulan dentro del oído, así como el uso de antimicóticos cuando el médico tratante así lo considere. La medida profiláctica más efectiva es evitar el exceso de humedad en el oído.